sábado, 11 de febrero de 2023

La inmoralidad de las guerras

Todas las guerras son inmorales en sus consecuencias. Víctimas humanas (muertos, heridos, mutilados…), devastación económica y material, injusticias o abusos constituyen un precio siempre demasiado alto. Por ello, históricamente, la humanidad ha intentado mecanismos para evitarlas. Actualmente, el ejemplo más reciente es la agresión injustificada e ilegal a Ucrania por parte de Rusia. Cualquier posibilidad de intervención de la ONU es denegada por Moscú. Aquí es donde se ve el concepto de agresión. Y, por lo tanto, la defensa de Ucrania. En la invasión, el claro agresor es Rusia.

Toda guerra necesita soldados. No son sólo los ucranianos. Los rusos que están contra la guerra se han arriesgado a penas de cárcel y a la violencia policial. Sin embargo sigue habiendo gente a favor de Ucrania en Bielorrusia, la gente ha saboteado las líneas de ferrocarril que se utilizan para enviar el material de guerra ruso a Ucrania. Además, en Polonia la población ha instalado puntos de socorro al otro lado de la frontera, ha acogido a los refugiados en sus casas y ha montado cocinas comunitarias. Voluntarios de muchos países han ido a Ucrania para unirse al ejército.

Creo firmemente que ningún ruso ni ucraniano ni ninguna persona debería de tener la obligación moral de alistarse en una guerra. Ninguno de ellos ha elegido estar en esa situación. No obstante, es totalmente comprensible que muchos de ellos quieran ayudar a su propio país o proteger a su familia, y no hay nada de malo. Aunque se vea peor un ruso en el ejército que un ucraniano, la mayoría de ellos no quieren ir a la guerra ni matar gente inocente, pero aun así los obligan.


En conclusión, pienso que nadie debería de estar obligado a participar en una guerra puesto que las guerras son inmorales de por sí. 


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